¿Cómo Empodera el Islam a la Mujer?

¿Cómo Empodera el Islam a la Mujer?

Para María Losa, editora adjunta de The Review of Religions en español, entender si la religión puede empoderar a la mujer implica primero definir qué significa “empoderar”.

Empoderar: se trata de desarrollar en una persona la confianza y seguridad en sí misma, en sus capacidades, en su potencial y en la importancia de sus acciones y decisiones para afectar su vida positivamente.

Con este significado en mente, surgen dos preguntas clave: ¿necesita la mujer ser empoderada en la actualidad? Y, si es así, ¿puede la religión proporcionar ese empoderamiento?

Si analizamos la sociedad occidental, observamos que aparentemente se ofrece un sistema de empoderamiento en el que la mujer es libre de elegir su camino, estudiar, establecerse y desarrollar una carrera sin ser subyugada por los hombres. Occidente se siente orgulloso de haber luchado por los derechos de la mujer y de haber promovido la igualdad de género y el empoderamiento femenino. Sin embargo, al examinar más profundamente, se revela una realidad diferente y preocupante.

Cada día vemos noticias de acoso, abusos sexuales y explotación hacia la mujer. Hace poco surgió el movimiento “Me Too” en redes sociales, a raíz del caso de Harvey Weinstein, quien, usando su posición como productor de cine, abusó de más de 80 mujeres. Esto dio origen al movimiento de “Me Too” (“y yo también”), al cual se unieron más mujeres para denunciar los abusos y el acoso sexual que habían sufrido.

A este movimiento le siguió “Ni Una Menos,” que se originó en Argentina como protesta contra los feminicidios y luego se extendió por toda Latinoamérica.

En España y en partes de Sudamérica, las mujeres a menudo enfrentan maltrato en el ámbito doméstico, sufriendo violencia que a veces resulta en asesinato a manos de sus parejas. Entonces, debemos cuestionarnos: ¿qué está pasando?

¿Puede la religión empoderar a la mujer? ¿Puede ayudarla a desarrollar seguridad en sí misma y mejorar su vida de manera positiva?

Es evidente que algo está fallando en la sociedad. La mujer tiene un valor incalculable y merece ser tratada mejor. No debería seguir siendo el blanco de aquellos hombres que no controlan sus deseos sexuales.

Por ello, surge la cuestión: ¿puede la religión empoderar a la mujer? ¿Puede la religión ayudarla a desarrollar la seguridad en sí misma y afectar su vida positivamente?

Como conversa al islam y practicante, creo que sí, y a continuación presentaré las bases de la religión islámica que garantizan el empoderamiento de la mujer.

Enseñanzas Islámicas

“Di a los hombres creyentes que recaten su mirada y guarden sus partes privadas. Esto es más puro para ellos…” (24:31)

Primero, analicemos las instrucciones que el Corán ofrece sobre cómo deben los hombres tratar a las mujeres.

El Sagrado Corán es claro, dirigiéndose primero a los hombres y diciendo:

“Di a los hombres creyentes que recaten su mirada y guarden sus partes privadas. Esto es más puro para ellos…” (24:31)

Este mandamiento pide a los hombres que bajen la mirada y no miren a las mujeres con insinuación o deseo, tratándolas con respeto y dignidad. Además, deben “guardar sus partes privadas,” mostrar autocontrol y contener sus impulsos.

¿Existe alguna otra religión que sea tan clara y ordene a sus seguidores a que “bajen sus miradas” y “guarden sus partes privadas”?

Invito al lector a imaginar una sociedad en la que todos los hombres actuaran según esta enseñanza coránica.

Muchas de las problemáticas sociales mencionadas previamente se reducirían drásticamente, proporcionando a las mujeres un entorno más seguro, libre de abusos y acoso sexual.

En el ámbito doméstico, el islam también ofrece una guía práctica y completa sobre cómo deben tratarse a las mujeres. Tenemos el ejemplo del Profeta del islam (sa), quien dijo:

“El mejor de entre vosotros es aquel que mejor trata a su mujer.”

El Profeta del islam (sa) instruyó a sus seguidores a tratar a las mujeres con amabilidad y compasión, y a ser responsables de su hogar, cumpliendo sus deberes hacia sus esposas e hijos.

Aisha (ra), esposa del Profeta del islam (sa), nos brindó un valioso testimonio sobre cómo él se comportaba en el hogar. Aisha (ra) relató que el profeta Muhammad (sa) ayudaba en las tareas del hogar, cocinaba, limpiaba y cuidaba de sus esposas, dándoles lo mejor. Además, dijo que estaba siempre ocupado ayudando a otros en el hogar. Ella compartió:

“Además de hacer las tareas del hogar, también cosía su propia ropa, reparaba sus zapatos y arreglaba los objetos de la casa, como el cubo de agua, etc.”
“El Santo Profeta (sa) era muy afectuoso. Solía vivir en la casa como una persona sencilla. Nunca fruncía el ceño y siempre estaba sonriendo… El Santo Profeta (sa) nunca levantó la mano a su esposa.”

Otra práctica significativa que el Profeta Muhammad (sa) estableció fue permitir que, por primera vez, los hombres consultaran a las mujeres y consideraran su opinión para la toma de decisiones. Esta enseñanza fue un cambio sorprendente para los árabes de esa época, quienes no solían considerar las opiniones de sus esposas. En una ocasión, Umar (ra), el segundo sucesor del Profeta Muhammad (sa), comentó:

“A veces mi esposa intentaba intervenir en mis asuntos para darme consejos, y yo le reprochaba diciendo que los árabes nunca habían permitido que las mujeres se inmiscuyeran en sus asuntos”. Ella contestaba: “Todo eso se acabó. El Santo Profeta (sa) permite que sus esposas le aconsejen respecto a sus asuntos, y no se lo impide. ¿Por qué no sigues su ejemplo?”

El Sagrado Corán también enseña:

“Convivid con ellas con benevolencia, pues si no os gustan, es posible que no os guste algo en lo que Dios ha puesto un gran bien.” (Sagrado Corán 4:20)

Este versículo subraya que muchas problemáticas familiares podrían resolverse si ambos cónyuges se enfocaran en la positividad, dejando de lado las cosas que les disgustan, y priorizaran la unidad y paz familiar.

El islam es claro en cuanto a la igualdad de hombres y mujeres, explicando que ambos fueron creados a partir de un solo ser. Esta enseñanza se diferencia de otras religiones que, por ejemplo, sostienen que la mujer fue creada a partir del hombre.

Poseen las mismas capacidades de intelecto, mismos derechos y son considerados iguales ante Dios.

El islam otorga a las mujeres el derecho al divorcio, a heredar, a poseer propiedad privada, y a gestionar sus propias ganancias económicas. Estos derechos estaban ya en vigor para las mujeres musulmanas en el siglo VII d.C., mientras que en el Occidente no se lograron hasta los inicios del siglo XIX.

Asimismo, el islam promueve la adquisición de educación tanto para hombres como para mujeres, y no restringe a las mujeres de liderar trabajos o emprender negocios en cualquier sector.

Esto refuta la visión estereotipada de la mujer musulmana confinada al hogar y sin posibilidad de desarrollarse profesionalmente.

Este problema persiste en ciertos países musulmanes donde no se implementan estas enseñanzas que fortalecen a las mujeres. En estos países, la realidad muestra que sus intereses se rigen por factores políticos, económicos o costumbres culturales en las que los principios islámicos aún no se aplican plenamente.

El islam también ofrece medidas para proteger a la mujer de abusos y acosos por parte del sexo opuesto, como la separación entre mujeres y hombres en determinadas situaciones.

En la práctica, esta separación ocurre en ciertos momentos de la vida cotidiana, como celebraciones, eventos, y al acudir a la mezquita o rezar.

Esta tradición, establecida hace siglos, es actualmente objeto de críticas, ya que algunos creen que coloca a la mujer en una posición inferior o limita su libertad.

Sin embargo, pocos saben que esta medida ha sido adoptada recientemente en países de Occidente.

Por ejemplo, Japón, India y México han introducido vagones de tren exclusivos para mujeres, con el propósito de reducir el acoso y mejorar la seguridad de las pasajeras.

Una encuesta muestra que el 70 por ciento de las mujeres se sienten más seguras en vagones separados de los hombres.1

De igual modo, en Suecia se han organizado conciertos exclusivamente para mujeres, para salvaguardar su dignidad.

Esto demuestra que las críticas hacia el islam por ser anticuado son infundadas, ya que la adopción de estas medidas en países desarrollados prueba su relevancia y utilidad en resolver problemas actuales de la sociedad.

El velo islámico

El velo islámico El “hiyab” es una prenda que las mujeres musulmanas utilizan para cubrir el cabello y el pecho, cumpliendo un mandato de Dios en el Sagrado Corán. Es importante subrayar que el uso del hiyab es una decisión individual de la mujer y no debe ser impuesto.

“No hay coacción en la religión” (Sagrado Corán 2:257)

De hecho, el Sagrado Corán es muy claro en este principio y afirma:

“No hay coacción en la religión” (Sagrado Corán 2:257)

En términos prácticos, el velo podría compararse metafóricamente con un cinturón de seguridad. Al conducir, usamos cinturón para protegernos de posibles accidentes. No confiamos ciegamente en otros conductores al prescindir de esta protección. En el islam, el hiyab es como un cinturón de seguridad para las mujeres.

De este modo, el islam es práctico y orienta a la mujer en el mundo real y no en uno imaginario.
Aunque el velo no pueda evitar todas las imprudencias de otros, sí reduce notablemente los riesgos.

La realidad es que no vivimos en un mundo perfecto sin riesgos. Por eso, tomamos el cinturón como una medida de protección. Así, el islam es práctico y guía a las mujeres en el mundo real. Puede que el velo no evite todas las acciones imprudentes, pero sí reduce los riesgos.

Si todas las medidas previas para proteger a la mujer fallan o no pueden aplicarse, el velo sirve como un “cinturón de seguridad” que disminuye los riesgos, asumiendo así el control de la propia seguridad.

Un relato de la época del Profeta Muhammad (sa) ilustra esta actitud. En una ocasión, mientras el Profeta estaba con sus compañeros, se acercó una mujer hermosa para consultarle. Uno de los compañeros la observaba fijamente, y el Profeta, al notarlo, giró su rostro en otra dirección. No pidió a la mujer que se cubriera, sino que indicó al hombre que controlara su mirada.

Hoy en día, la sociedad ejerce una presión sobre las mujeres para que se ajusten a ciertos estándares de belleza. Esta presión genera problemas sociales y aumenta los trastornos de autoestima, la bulimia, la anorexia, e incluso el suicidio entre jóvenes. Actualmente, el suicidio es la segunda causa de muerte entre adolescentes de 15 a 24 años en países desarrollados.

Es muy fácil ser juzgado por la apariencia, que al fin y al cabo es el resultado de una lotería genética.

El islam rechaza esta agenda dañina. En cambio, fomenta la liberación de las mujeres y minimiza la importancia de la belleza física, valorando en cambio las cualidades personales. Juzgar a una persona por su apariencia, que es solo el resultado de una “lotería genética”, no tiene fundamento. La modestia en el islam permite que las mujeres sean valoradas por su personalidad, intelecto y habilidades. Además, el islam enseña a desarrollar una conexión espiritual y no centrarse en esfuerzos superficiales que pueden resultar dañinos psicológica y socialmente, protegiendo así a las mujeres musulmanas de caer en la cultura y moda pasajera.

Referencias

1 https://www.reuters.com/article/women-poll-carriages/exclusive-poll-does-single-sex-public-transport-help-or-hinder-women-idUKL6N0S42MD20141029
Fuente: https://es.reviewofreligions.org/como-la-religion-empodera-a-la-mujer/

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